La geopolítica del crimen organizado

* Por Juan Pablo García Vallejo.

Para Adán Atayde,reportero distópico.

Diario de Ecatepec, Méx. (Cultura) Enero 30.- Cada mañana por medio de la radio o los noticieros matutinos nos despertamos con el resumen de las acciones delictivas cometidas por los distintos grupos de sicarios pertenecientes a los narcotraficantes en su guerra por los territorios. Luego vienen las conferencias de prensa de la PGR donde se hacen presentación de presuntos delincuentes y de sus arsenales muy poderosos. Pero no hay vistas de que esto vaya a cambiar de un día para otro.

Para entender un poco esta desgraciada democracia criminalizada en que vivimos, comentare en esta ocasión el imprescindible libro El G9 de las mafias en el mundo. Geopolítica del crimen organizado, del comisionado de policía y doctor en derecho Jean-Francois Gayraud, publicado por Tendencias Editores.

El autor es especialista en el estudio de la historia, la organización y el funcionamiento de las organizaciones mafiosas nos dice que somos testigos de la transición de las tiranías políticas a las tiranías criminales, así que por primera vez en la historia reciente México es contemporáneo del concierto global de naciones con esta imparable guerra entre cárteles de narcotraficantes.

¿Pero quién sabe porque razón todavía ni uno de estos cárteles del narcotráfico mexicanos es mencionado en esta obra? Será porque son muy inestables, violentos y sin visión de futuro. Muy por el contrario se habla y explica las nueve mafias de primer orden: Cosa Nostra siciliana, Cosa Nostra calabresa, Camorra de Campania, Maffya turca, Mafia albanófona, Yakuza japonesa y Tríadas chinas.

Destaca ampliamente que el país que no ataca las actividades del crimen organizado o siempre está muy despreocupado por las mafias es los Estados Unidos. Esta desatención posibilita el desarrollo y prosperidad no solo de las mafias internacionales sino que sirve directamente a los cárteles mexicanos.

También ofrece muchos ejemplos de guerras entre los capos del crimen organizado, de cómo las campañas de represión no son constantes (“la democracia se cansa” dice) y sólo sirven para dar una ilusoria tranquilidad a la opinión pública con “comunicados fáciles de victoria de las autoridades federales.”

Pero no todas las actividades del crimen organizado son ilegales como mucha gente piensa pues además de controlar el mercado ilegal de drogas, la prostitución, pornografía, tráfico de armas, salones de masaje, productos piratas, inmigrantes, la extorsión, usura y el secuestro, etc. tienen muchas actividades legales como el de la construcción, otorgamiento de contratos gubernamentales, el tratamiento de basura, en el juego, el turismo y la industria del entretenimiento, etc.

Sobre esta última industria explica que fueron las propias mafias quienes produjeron las películas hollywoodenses como El padrino, Hoffa etc. que los han hecho héroes legendarios, o de cómo controlan los contratos de las estrellas del espectáculo.

Esto posibilita que los miembros del crimen organizado tengan un pie en el sub-mundo criminal y el otro pie en la aureola y glamour de las elites sociales, económicas y políticas.

“Las mafias no prosperan en un ilusorio subdesarrollo económico y social, sino en un subdesarrollo represivo del aparato estatal. Un estado que mantiene durante mucho tiempo la ausencia o la ineficacia de su actividad represora es una garantía de longevidad para una mafia.”

En diversos pasajes Jean Francois Gayruad se refiere como los Estados no siempre son tan honestos ni justicieros ni tan fuertes como declaran a los cuatro vientos, pues Estados Unidos pidió ayuda a la Cosa Nostra durante la segunda guerra mundial para evitar atentados de alemanes, japoneses e italianos en los muelles de New York; y también para que los Aliados desembarcaran en Sicilia.

Y por supuesto habla de cómo la mafia y el crimen organizado han contaminado las estructuras políticas, y llegan a imponer a sus “iniciados” a puestos de elección, o manipular a los políticos. Pero ellas prefieren desarrollarse, crecer y vivir en las democracias liberales y por eso ellos detestan a los comunistas, fascistas o cualquier otra forma de gobierno autoritario.

“Una vez admitida la realidad de una “mafia-poder”, se impone una revisión de parte de la historia política de los países contaminados por una o varias organizaciones criminales. Estos actores modifican de forma inevitable el juego democrático y, en ocasiones, llegan a pervertirlo. Cuando los votos son cruciales ¿a quién obedecen realmente los políticos? ¿A sus electores, o a los mafiosos que los manejan?”, señala el experto francés.

Esta contaminación del mercado político es particularmente interesante para el escenario mexicano porque el narcotráfico surgió, se creció y próspero al amparo del poder político. E inclusive poderes estatales se han declarado rebasados por el poder del narco.
“No hay mafia que perdure sin la complicidad de la política. Esta lección fundamental de la historia del fenómeno mafioso plantea la cuestión del grado de resistencia de la clase política frente a poderes corruptores y violentos por naturaleza.”

Y recomienda para acabar con la sangrienta guerra entre los carteles que se llegue a un acuerdo: “Los poderes públicos y la mafia suelen organizar sus relaciones en función de un acuerdo de guerra fría-paz cálida, de tolerancia mutua, en definitiva.”

Nos hace un llamado a la toma de conciencia de la Era criminal que apenas comienza: “Si no tomamos medidas, las mafias se irán convirtiendo en cosa nuestra. En la actualidad, su presencia genera una criminalización avanzada de ciertas esferas políticas y económicas. Si ese proceso continúa, llegará el día en que se produzca una confusión casi perfecta entre los actores políticos y económicos legales y las mafias. La distinción entre lo legal y lo ilegal se desvanecerá”.

* Editor del suplemento cultural del periódico Acontecer “La Tinta Suelta”

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