¿Quién teme a la legalización de drogas?

Por Juan Pablo García Vallejo

Ecatepec, Méx. Octubre 21.- Una gran cobertura mediática alcanzó la semana pasada el anuncio de la iniciativa de ley para la despenalización de las drogas presentada por el diputado local del PRD, Víctor Hugo Cirigo, en la Asamblea del Distrito Federal.

No hace mucho comenzó a cambiar la perspectiva para comprender y analizar la prohibición de las drogas y los perversos y cuantiosos impactos sociales que tiene. Antes solamente algunos arriesgados y personalidades públicas bastantes famosas se atrevían a proponer la despenalización de las drogas suaves, en específico la mariguana, como la vía para combatir al narcotráfico. Y sus declaraciones en poco afectaban la escena del consumo de drogas.

Desde el año 2000 el debate del consumo legal de drogas blandas ha sido retomado por diversas organizaciones de jóvenes que desde el ámbito social proporcionan información y una educación integral en drogas por medio de la creación de bibliotecas especializadas, de páginas web y de publicaciones impresas. Se puede resolver de mejor manera el grave problema de salud y de seguridad nacional y no en base a una mayor represión y persecución social.

Y muy recientemente se han sumado las voces de algunos legisladores del Partido Socialdemocrata y recientemente del PRD, para realizar cambios a la política antidrogas de México. Una despenalización de las drogas para disminuir el poder económico del narcotráfico.

Esta ley no va a ser aprobada y puede ser una buena propuesta pero sólo quería llamar la atención de los medios de comunicación masiva, encender las pasiones, recrear falsas expectativas y reavivar la satanización a las drogas en todos lados. La persecución social al consumo de drogas impactó a los mismos legisladores que admitieron todo menos fumar mariguana.

La estigmatización al consumo es algo que se tiene que cambiar. Y no sólo desde el poder o desde arriba sino con la participación de los implicados en tal situación considerada irregular o ilegal.

De los cerca de 200 países que existen hoy en día reconocidos por la ONU, menos de una decena se han despenalizado las drogas, principalmente en el primer mundo. Esta medida ha sido considerada como reducción del daño y falta mucho para que se adopte mundialmente.
En realidad el problema del consumo de drogas tiene mayores y peores implicaciones sociales y económicas por la situación ilegal de su comercio, la venta ilegal, que aumenta excesivamente su precio. De ahí extraen los narcotraficantes sus recursos económicos para sus operaciones logísticas y para corromper a las instituciones de justicia, las diferentes policías y con un mayor temor a los candidatos a cualquier puesto de elección popular.

Se retoman la idea de despenalizar las drogas luego del fracaso de la política prohibicionista frente a los narcotraficantes y de los nuevos escenarios puestos por el crimen organizado.

Hay que admitir que están cambiando las formas de hacer las leyes para atender graves problemas sociales emergentes, pero en algunos casos se sigue manejando por decisiones verticales y autoritarias, sin considerar la opinión de los implicados.

¿Acaso no fueron las mujeres a manifestarse a fueras de la Asamblea para conseguir un aborto legal? ¿Qué no fueron los diferentes sectores de la comunidad de la diversidad sexual a exigir el reconocimiento de las sociedades de convivencia? ¿No son las personas interesadas en la reasignación de sexo, las y los que van con legisladores a presentar su iniciativa de ley, justificada por la enorme discriminación en la que viven y basada en estudios internacionales? ¿Por qué en el caso del consumo de la mariguana no se vio a ningún tipo de consumidor conciente, vergonzantes o algunos de los muchos ex consumidores?

Mucha gente desconoce que la propuesta de despenalizar las drogas desde el punto de vista económico proviene de los economistas neoliberales, que quieren quitarles el mercado de drogas a los narcotraficantes, disminuir su poder económico e influencia social, mientras que la propuesta de despenalización en base al placer, las libertades individuales y los derechos sociales como la diversidad cultural y, dentro de esta la diversidad de las conciencias, corresponden más a la perspectiva social de información y educación.

Antes de despenalizar las drogas para combatir al crimen organizado se requiere hacer un balance de lo que se tiene hasta ahora porque no todo va a quedar en medicalizar el consumo de mariguana. Hay que dejar a un lado las salidas punitivas y de uso de la fuerza. Profundizar más en la cuestión social para avanzar en la discriminalización y en la reducción del estigma.

Así como se reconoce un México plural en cuestiones religiosas, étnicas, sexuales, políticas ¿Por qué no reconocer la diversidad de la conciencia? Es decir, los diferentes tipos de conciencia que se tienen con el consumo de diferentes drogas legales e ilegales: la embriaguez del alcohol y la mariguana, los estados alterados de conciencia y la estimulación neural intensa con drogas legales baratas y seguras. De estas últimas casi nadie sabe nada.

Esto puede aproximarnos a ver que solo una minoría de la población consume drogas ilegales y son mucho menos los que participan en rituales religiosos de algunas etnias mexicanas, por lo que una eventual legalización no implica mayores riesgos sociales. Seguirá siendo muy reducida la gente que realice esta práctica cultural.

Los cambios culturales preceden a los cambios en la salud. La información, la visibilización de los consumidores y tolerancia social al consumo de drogas, ayudara a moderar su consumo.

¿Quién teme a la legalización de las drogas?

En sentido estricto temen a la despenalización de las drogas sólo los empresarios de la moral, a los que molesta o incomoda las formas de vida, de vestir y de actuar de otras personas, porque lo único que les interesa en conseguir el control social de un determinado grupo social considerado como peligroso.

Y desde hace décadas es a los jóvenes a los que hay que controlar con el miedo a las drogas, con la creciente desinformación, con la espiral del silencio de los medios de comunicación, con el reforzamiento de leyendas urbanas ficticias y mentirosas.

Existe una diversidad de la conciencia

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