
Pero también lo hacía la
esperanza en forma de sirena, en forma de casco, en forma de uniforme
empapado por dentro, pero firme por fuera.
🚒
Llegaron los bomberos. Con una motobomba, dos pipas, cada uno con un par de
manos, sus mangueras para apagar el siniestro y toneladas de coraje. No venían
a preguntar. Venían a actuar.
500 metros cuadrados consumidos por el fuego en la calle Rafael Zepeda, esquina Alfredo del Mazo; Un barrio entero conteniendo el aliento. Y ahí estaban ellos. Metidos entre el humo, entre el calor brutal, entre estructuras a punto de ceder. Porque su misión no es apagar fuego. Es proteger lo que nadie ve: la vida cotidiana, los abrazos futuros, los techos que todavía sostienen sueños.
En menos de lo que canta un gallo, lograron lo
impensable: 🔥 Controlar el incendio, 💥
Evitar víctimas, 🏡 Salvar casas y 🛑
Encender una alerta: ¿Quién vigila estas fábricas? ¿Dónde están las normas?
¿Quién responde?
Hoy no hubo tragedia, pero sí advertencia. Hoy
no hay muertos que llorar, pero sí preguntas que gritar, 🧯porque
cuando el fuego se va, queda el deber de no olvidar. No podemos normalizar
incendios por negligencia, ni olvidar a quienes arriesgan su vida para cuidar
la nuestra.
Comenta y comparte esta historia si alguna vez
tu corazón también ardió de orgullo por esos héroes anónimos que no salen en la
foto… pero siempre están.
📢 ¡Exige fábricas seguras en tu comunidad!
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