
¿hasta cuándo la imprudencia nos va a poner en riesgo a todos?
El reloj marcaba la mañana del 22 de septiembre cuando la pesada unidad, con placas 75-BD-1U de la empresa Transportes IESVS, terminó volcada sobre la Vía Morelos. El conductor del tren, un hombre de 57 años, resultó con golpes leves. El operador de la pipa también. Ambos atendidos de inmediato por paramédicos.
Pero el verdadero caos lo vivieron los vecinos y automovilistas que vieron bloqueada una de las arterias más importantes del municipio. Dos horas y media de parálisis vial, de incertidumbre y de ese murmullo que mezcla el miedo y la indignación: “¿y si hubiera venido llena?”.
La reacción inmediata
Protección Civil y Bomberos llegaron al sitio. El contenedor no tenía fisuras, pero el diésel y el aceite regados en el asfalto hicieron que la escena oliera a peligro. Contuvieron el derrame, mientras grúas hacían la maniobra para levantar el coloso metálico. A las 14:40 horas, la vialidad finalmente volvió a respirar.
El saldo: sin víctimas de gravedad, pero con un responsable detenido y presentado ante el Ministerio Público. La pipa fue suspendida y sellada.
Más allá del accidente
En Ecatepec ya sabemos que la imprudencia de unos puede convertirse en pesadilla colectiva. Esta vez la suerte estuvo de nuestro lado: el tanque estaba vacío. Pero la memoria reciente de tragedias químicas y de transporte pesado en zonas urbanas nos obliga a reflexionar.
El accidente no es solo un hecho aislado: es el espejo de la fragilidad de nuestra movilidad, de la falta de respeto a la norma y del peligro cotidiano que implica vivir en un municipio atravesado por trenes, pipas y carreteras saturadas.
👉 CTA comunitario:
Hoy no hubo tragedia, pero mañana podría ser diferente. Comparte este caso, exige a las autoridades mayor control sobre el transporte de sustancias peligrosas y recuerda: nadie le gana al tren, pero todos perdemos cuando se juega con la vida de la comunidad.
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