Pobreza y desempleo orillan a la migración; la Casa del Migrante en Ecatepec lleva atendidos a 500 centroamericanos

Diario de Ecatepec, México, Marzo 26.- (Migrantes).- La pobreza que azota a los pueblos de Centroamérica incrementa cada vez más el número de migrantes que cruzan Ecatepec rumbo hacia Estados Unidos en busca del sueño americano, al grado de que en los pocos meses que abrió sus puertas la Casa del Migrante en este municipio, llevamos alojados y atendidos 500 centroamericanos, quienes han llegado deshidratados, cansados y débiles debido a que durante su viaje pasan semanas sin probar alimento,informó José Juan Galindo Pliego, encargado de este centro de apoyo al migrante impulsado por el gobierno municipal.

Hace catorce días, agregó, 55 centroamericanos abandonaron su país de origen; la pobreza en la que se encuentra la familia de cada uno de ellos y la falta de oportunidades de empleo los estaba asfixiando, por lo que tomaron la decisión de dejar su nación y buscar en Estados Unidos los medios para elevar su nivel de vida.

Los 49 hombres y seis mujeres de Honduras, El Salvador y Guatemala, el grupo de migrantes más numerosos que ha llegado a Ecatepec, se alojaron en la Casa del Migrante, pero fue necesario proporcionarles atención médica ya que presentaban lesiones en los pies y en la piel por los piquetes de chinches y piojos, explicó Galindo Pliego.

Lizeth, de 28 años, tiene cuatros hijos y los dejó con su suegra en Guatemala de donde salió el 12 de marzo. “El viaje en el Tren se me hizo muy largo por las incomodidades y la gran cantidad de animales que hay en los vagones. Estoy muy cansada traigo rasguños y picaduras de chinches”.

Todavía no llega a los Estados Unidos y reconoce que no volvería a repetir el viaje. “No soy mujer para estos caminos”, comentó la joven que pretende llegar a Miami.

Mirna, de 30 años, es originaria de El Salvador, país donde los niveles de pobreza son muy altos. Acompañada de su tío Moisés salió de su pueblo el 8 de marzo porque los sueldos que se ofrecen en su nación son muy bajos.

“En El Salvador, dijo, operaba máquinas industriales, pero lo que me pagaban era insuficiente para mantener a mis dos hijos. Yo lo que quiero es un fututo mejor para ellos, por eso pretendo llegar a Atlanta.”

María del Carmen, de 38 años, emprendió esta aventura junto con su esposo Luis Felipe. Les dolió mucho dejar en Honduras a sus 8 hijos pero no tenían otra alternativa, ya que lo que ganaban ofreciendo sus servicios como empleados domésticos sólo les alcanzaba para cubrir las necesidades de alimento para su familia.

Comentan que a pesar de los problemas que han tenido en su viaje no se arrepienten de haberlo realizado; “en Orizaba nos asaltaron y el tren casi nos mata, pero Dios nos ayudó para que no nos pasara nada; por la necesidad que tenemos lo volveríamos a hacer a pesar de lo que hemos sufrido en esta travesía, Dios cuida a los necesitados y no nos desampara”, señalan.

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