Una gringa en el laberinto de la soledad

*Como el machismo destruye la vida de las mujeres

** El empoderamiento requiere de toma de conciencia


Por Juan Pablo García Vallejo

Diario de Ecatepec, Edomex, Abril 24 (Cultura).- El ensayo de Octavio Paz, El laberinto de la soledad trata sobre la búsqueda de identidad del poeta debido a que cuando fue a los estados Unidos se preguntó que hacían los mexicanos viviendo en ese país, y a él mismo lo confundieron algunos amigos zapatistas de su padre con descendientes de visigodos, por sus ojos claros. Así surgió la idea de escribir este ensayo que se ha vuelto un clásico sobre el ser del mexicano, pero que se aleja de la moda de los años 1930, de ver al mexicano desde el punto de vista psicológico o con complejos de inferioridad como lo hizo Samuel Ramos.

Las gringas también lloran, de Suzanne Cane y Olvera, publicada por Ediciones B, trata de una joven judía neoyorkina que para huir de una relación amorosa con un escritor casado, decide venir a México como terapia geográfica-sentimental.

A los pocos días de llegar a México, conoce a Chucho Rodríguez con el que sin pensarlo mucho se casa, pero pronto se da cuenta que vive en un matrimonio en permanente crisis, afectiva, intelectual, sexual y económica. Simplemente porque Chucho es muy macho y para él las mujeres solo sirven para la cama y nada más.

Es un matrimonio de co-dependencia, como la llaman ahora los psicólogos, o un matrimonio bicultural como dirían las terapeutas sexuales, de una norteamericana que no quiere vivir en su país y un macho mexicano subdesarrollado, sin ninguna ambición en la vida y con sus características fundamentales violencia intrafamiliar de todo tipo (económica, simbólica, lingüística, psicológica, sexual).

Esto le permite a la neoyorkina conocer el machismo mexicano de forma directa durante un matrimonio de más de 10 años; no puede separarse de él por miedo, por temor a su violencia y acepta el desprecio cotidiano hacia ella. El utiliza a los hijos para chantajearla sentimentalmente y le impide trabajar.

Ella adopta como filosofía de vida una frase de una canción de facundo Cabral: “No soy de aquí ni soy de allá”. Vive como Paz un laberinto de la soledad, porque no sabe quien es. No es de allá, porque no le gusta la cultura materialista norteamericana basada en el dólar y en la rapidez del consumo, el vació existencial e intelectual de los gabachos. Y tampoco es de aquí, porque es de origen judía y los judíos no tienen patria, o sí la tienen, pero espiritualmente.

Eleine, Elena Rodríguez se decepciona de Chucho, pero decide quedarse en México porque lo considera un país bueno para vivir, y sobre todo por sus cuatro hijos, que se dan cuenta del tipo de padre que tienen; un desobligado y bueno para nada.

Por fin decide abandonarlo y rehacer su vida, empoderarse dirían las feministas, y dejar atrás la actitud de una mujer dejada, sufrida eternamente. Para mantenerse da clases de inglés y ya no le sorprende el Mexican curious, el colorido en los vegetales y frutas que gustan a todos los extranjeros, la felicidad aparente de las familias que van los domingos al Bosque de Chapultepec, los cantantes espontáneos en los autobuses, salidas de fin de semana a Las estacas o que se sorprendían de que los mexicanos se sentían morir por una temperatura de cinco grados.

Elena vive las primeras crisis económicas de los años 1970, las devaluaciones del peso, la inflación y sus amigos norteamericanos le preguntan como es posible que pueda vivir en un país tan caótico. Le sorprende el terrible sismo de 1985 cuando se dirigía a su trabajo, la NACO, una isla de gringolandia en México, sólo para hijos de norteamericanos que trabajan en la embajada o en empresas transnacionales, donde enseña historia, literatura.

Pero luego reencuentra el amor y estabiliza su vida sentimental con un ranchero capitalista llamado Linares que la lleva a pasear a todos los rincones de México, los mejores lugares, restaurantes, etc.

Las gringas también lloran es como un manual actual para miles de mujeres que viven una relación de co-dependencia, que se dejan manipular por los hombres, y para que eviten que el poder masculino les destroce la vida; las empobrezca económica e intelectualmente. Una novela que les recomiendo a todos y todas que están casados porque yo vivo en la dimensión de la soltería.

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