La escultora más importante: Ángela Gurría


* En el Atrio de San Francisco en el Centro Histórico

* * La exposición estará hasta fin de año

* * * Son 28 obras expuestas al aire libre



Por Juan Pablo García Vallejo

Diario de Ecatepec, Méx. Agosto 28 (Cultura).- Una de las escultoras más importante de la escena plástica de México en el siglo XX, lo es Ángela Gurría. Su valiosa obra además de sus aportaciones estéticas trae consigo una lucha constante de rebasar los obstáculos y prejuicios que se le imponen a cualquier mujer que incursiona en un campo dominado por los hombres.

La Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México y Museo Soumaya de la Fundación Carlos Slim presentaron la exposición Ángela Gurría: Yo soy mi obra en el Atrio del Templo de San Francisco. Veintiocho obras, visiones plásticas en metal, cantera y mármol de la escultora mexicana, se exhibirán en el corazón de la ciudad como muestra de la producción de una artista seducida por la naturaleza.

Para seguir el recorrido, una pieza excepcional, Mariposa nocturna (2002-2003), luminoso mármol veteado, se exhibe por primera vez al público, además de Mariposa roja, en la sala de Arte Mexicano del Siglo XX del Museo Soumaya en Plaza Loreto.
“Sí, no cabe duda; para ser escultor tienes que ser antes que nada artesano, vivir paso a paso el proceso.” afirma la artista.

Los artistas se apropian del mundo y se ajustan a la materia para revelar los secretos intuidos. La joven Ángela Gurría escuchó a unos canteros, descubrió el timbre de la piedra y el ritmo de la talla: se le revelaba así su vocación de escultora. Seis décadas de trabajo han asistido al nacimiento constante de volúmenes recortados en líneas sencillas, fascinantes, para traducir la experiencia de admiración y respeto de nuestro pasado y presente indígena, y de la liberación de la naturaleza en mariposas, pájaros, flores, aguajes, paisajes…

La maqueta para Señal, escultura que simboliza la hermandad de los pueblos en la Ruta de la Amistad y que representó a México en el olímpico 1968, es una de las primeras comisiones públicas de Ángela Gurría. La obra inicia esta muestra que ha sido posible por la generosidad de la propia escultora y por el entusiasmo del Museo de Arte Moderno, la Academia de Artes, ambos de la Ciudad de México y coleccionistas particulares. Al entrar en el universo de esta mujer-naturaleza-artista, destacan obras como: Aguaje 2002-2003 y Nube de 1973, ambos mármoles del MAM, la Isla Contoy (1976), Paisaje (1981) y Mi pejelagarto favorito (1982) de la Academia de Artes; de la colección de la artista: Flor de cactus, El vuelo de la mariposa, Caracol erizado, Ganado cruzando el Grijalva y Tepozteco; de sus coleccionistas: Estela de mariposas, El sueño de la paloma, La niña de las lagartijas, Familia de pájaros, Tortuga, Biznaga, entre otras.

La muestra, curada por la maestra Miriam Kaiser, agrupa la obra en: paisaje, animales, flora, formas prehispánicas, y reseña la producción de escultura monumental de esta artista.

Bajo la enseñanza de Germán Cueto, Mario Zamora y Abraham González, Ángela Gurría inició su formación artística; en los años cincuenta rechazó la invitación a participar en el Movimiento de Ruptura como propuesta para alejarse del muralismo institucionalizado y oficialista. Con ecos sorjuanianos ganó presencia en el medio plástico; en los sesenta inició su carrera como creadora de monumentos públicos en diversos estados de la República Mexicana, lo que la ha convertido en la escultora más importante en este rubro.

En su trayectoria destacan en nuestro país: Monumento México, 1973-1974, en Tijuana (Paseo de los Héroes, de hierro y aluminio, de 30 metros de altura); El corazón mágico de Cutzamala (Homenaje a Tláloc), 1985, en Toluca (trabajo de integración al paisaje, de 100 metros de altura); Monumento al Trabajador del Drenaje Profundo, 1974-1975, en Tenayuca, Estado de México (cemento armado y módulos de hierro, 5 torres de 14 x 30 metros altura); Juguetes populares, 1971-1973, en el Paseo Tollocan de Toluca, Estado de México (14 esculturas para la integración en arquitectura, talla directa en piedra, altura del conjunto: de 3 a 6 metros); Señal, 1968, Ruta de la Amistad, México 68, Ciudad de México (cemento armado, de 18 metros de altura); Homenaje a la ceiba, 1976-1977, en el Hotel Presidente Intercontinental de la Ciudad de México (hierro armado, de 9 metros de altura).

Con el apoyo de Telmex, Telcel e Inbursa, así como del INBA-Conaculta, la Autoridad del Centro Histórico de la Ciudad de México, la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, se ha hecho posible esta muestra que se acompaña con un programa de visitas guiadas y talleres para todo público y para débiles visuales y ciegos.

La mirada directa y las manos expresivas de la artista, su figura delgada, afable y gentil han dejado huella de actos poéticos, como los que se muestran este verano y otoño en el lugar que fuera el primer convento de América.

Que los versos de Rubén Bonifaz Nuño [Córdoba, Veracruz, México, 1923], Homenaje a Ángela Gurría en El corazón de la espiral, 1983, sean la mejor convocatoria a esta muestra de treinta obras de la escultora mexicana, quien desde su entrañable enclave en el barrio de Coyoacán continúa trabajando:

Ahora ha de amar aquel que amó;
ha de amar ahora el que no ha amado.

Dádiva, iniciación, encuentro,
la fundación de los deseos
se vierte en espejos placenteros.


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