Miguel Ángel Porrúa: 30 años de librero-editor

Por Juan Pablo García Vallejo

Cultura, Diario de Ecatepec, Méx. Septiembre 21.- Hay en el mercado editorial mexicano una moda reciente de obras donde los principales protagonistas son los libros como la guía de lecturas para toda una vida o para hacerse de la biblioteca ideal, desde los clásicos hasta los autores de hoy en día, corporativos o independientes, o como la novela La sombra del viento que trata sobre el cementerio de libros olvidados, o de los recurrentes hechos de barbarie contra el librero de Kabul, que en un ambiente hostil sufre distintas amenazas de los fundamentalistas islámicos y occidentales por su empeño en abrir su librería y distribuir libros u otros con temáticas bastante extraña como El librero de Silunente donde aparece un flautista hechicero que libera a los libros de la amenaza eterna de ser quemados por parte de los habitantes anti-lectura de este pueblo del Mediterráneo.

En el Instituto Italiano de Cultura se realizó la presentación de un singular libro, especial, titulado 30 años de librero-editor presente amistoso que son cientos de reconocimientos, saludos y felicitaciones reunidas por Ma. Esther Malda Maza y que están dedicadas al librero-editor Miguel Ángel Porrúa (MAP) a lo largo de sus largo de tres décadas de trabajo o el oficio de hacer libros, libros y más libros.

Los editores o libreros y los libreros-editores tienen un lugar especial en la historia de la cultura de México. Por la desatención del Estado mexicano a la cultura y el conocimiento, ellos a veces han sido los verdaderos provocadores sociales y culturales no solo por descubrir y editar a gentes con talento oculto sino por ser continuadores de una revolución cultural de larga duración al proponer colecciones nuevas, rescatar temáticas olvidadas, poner atención a ediciones especiales, impulsar la divulgación de las ciencias sociales y ejercitarse en la bibliología (“ciencia social que estudia al libro en todas sus manifestaciones, considerado desde sus diversos aspectos, es decir, histórico, descriptivo, técnico, artístico, usual etc.” MAP), y todo esto contribuye al crecimiento cultural del país.

“Sus publicaciones sobre la historia de México y sus fuentes han abierto el camino a otras formas de investigación y han puesto a disposición de los lectores datos y conceptos que contribuyen cada día a la divulgación de la gran riqueza documental de su país. En épocas de oscuridad, autores, editores y libreros han encabezado las negras listas de la persecución y la intolerancia, porque cada página impresa es y será por siempre un paso adelante hacia la libertad, la igualdad, la justicia y un mundo mejor.”, le escriben a MAP, Esperanza Alcaine y Enrique Ángel, desde Sevilla, España, para su 25º aniversario.

“Yo no concibo la cultura en México en el siglo XX sin ligar su desarrollo y su marcado avance al apellido Porrúa”, escribe Vito Alessio Robles Cuevas.

“Señor Miguel Ángel los libros son una parte esencial en cada ser humano; por ser un complemento para la formación y el enriquecimiento cultural de todas las personas. Un libro no es nada más unas cuantas hojas sino que lleva una serie de pasos para su elaboración; pero más importante es el que haya alguien como Usted con esa gran dedicación, desempeño y cuidado en el arte de los libros”, lo felicita Raúl Anaya Moctezuma.

“Conocí al vigilante de la buena factura de esos libros. Personalidad afable, de conversación agradable rápida, de esas que no buscan apabullar con la erudición. Hombre de trato amable, de amistad fácil, Miguel Ángel Porrúa se descubría además como hombre que no desdeñaba las ofertas seculares: platicador de buena memoria y sentido del humor, atento a tecnologías modernas lo mismo que a la reflexión nietzscheana sobre las ventajas y desventajas de la historia para la vida”, recuerda el antropólogo Sergio Raúl Arroyo.

Y para reafirmar su amor por la edición de libros y la cultura del libro, el editor Miguel Ángel Porrúa ofreció una breve exposición titulada Origen del libro e idea de la imprenta en México, en honor del maestro impresor italiano que comenzó el trabajo de impresión en la Nueva España, Givanni Paoli o Juan Pablos, en 1539.

A manera de introducción destaca el papel importante de la biblioteca en la historia de la humanidad y se pregunta “¿Sin bibliotecas que nos quedaría? Ray Bradbury apuntó: ‘no tendríamos pasado ni futuro’.” Y es cierto, la biblioteca es la fortaleza de los libros, es el lugar donde la historia guarda su registro, donde las ideas alcanzan a otros hombres.”Recuerda al escrito francés Jacques Benigne quien decía: “…en Egipto a las bibliotecas se les denominó como el tesoro de los remedios del alma”.

Luego se refiero a los antecedentes del libro: “Para saber de ellos y conocer su origen, habremos de adentrarnos en las historias de los papiros, las tablillas de madera, de los volúmenes o rollos, de los palimpsestos, de los pergaminos y de los códices. También debemos incursionar en el papel, las tintas y los instrumentos utilizados en la escritura que, cuando los hombres sintieron la necesidad de dar a conocer y perpetuar sus ideas inventaron”.

Luego describió el carácter especializado de la copia de libros en la Edad Media y el nacimiento de nuevos oficios relacionados al arte de la impresión: “Cada abadía tenía su scriptium o lugar reservado a los anticuarius, maniatares y rubricatore, que tenían por oficio leer y transcribir las obras: dibujar artísticamente las letras capitales”. Al poco tiempo se tuvo un aumento en el consumo de libros por el nacimiento de las universidades.

Después trato el nacimiento de la imprenta en México y de los primeros impresos, y le sorprende que a los pocos años de la Conquista de Tenochtitlán, en 1539, sus pobladores se preocuparan por imprimir y que se pensara que existieran lectores deseosos de tener libros. “Tales son los espléndidos albores del arte tipográfico en América. Cuando parece que sólo se podía pensar en vivir, se pensaba en imprimir, y cuando podía creerse que no había quienes pudieran dedicarse a la lectura, por ser tan escasa la población, se creía útil y conveniente introducir una imprenta e instalar una fábrica de papel.”

30 años de librero-editor presente amistoso, es una obra imprescindible para la historia del libro y la cultura en México, y también le mandamos nuestras felicitaciones a su autor Miguel Ángel Porrúa, por su portentosa tarea de hacer libros, libros y más libros.

Y ansioso espero poder consultar el catálogo que dice estar ya listo y poder ver y conocer el acervo bibliográfico de tres décadas como librero-editor, un empresario cultural sumamente apreciado y reconocido por todos los lectores y consumidores compulsivos de libros.


* Dice ser sólo un partero de las ideas.

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