¿La elefanta Indra quería visitar a sus ancestros?

* Sus ancestos son el mastodonte y el mamut.



* * Ecatepec de Morelos es una yacimiento de fósiles prehistóricos.

* * * Nunca existieron los cazadores de mamuts.



Por Juan Pablo García Vallejo

Diario de Ecatepec, Méx. Octubre 14.- A todos los mexicanos, mexicanas, a toda la sociedad global en crisis, sorprendió la noticia de finales de septiembre que en la Ciudad Ecatepec de Morelos, estado de México, un autobús de pasajeros de la Línea México-Teotihuacan atropellara accidentalmente a la elefanta Indra, en la carretera México Pachuca.



Este incidente por más extraño e insólito que parezca merece una reflexión más profunda por que Indra escapó de su cautiverio cuando al momento de estar cenando un travieso gato paso entre sus patas; esto la desquició y salió del control de su joven e inexperto entrenador Marcelino Ramos Flores.

Y creo que aprovechó la escapada para ir en busca de sus ancestros los mamuts que se encuentran varios metros bajo tierra en esta parte del Cuenca del Valle de México o ir directamente a la Casa de Morelos que no queda muy lejos del lugar donde ocurrió el percance.

Indra era la estrella del Circo Unión que realiza sus presentaciones acrobáticas en Valle de Carpio, tenía cuarenta años y pesaba cinco toneladas, la mitad de lo que pesaba un mamut. Y esta zona de Ecatepec es donde se formaba el estrecho de San Cristóbal, un corredor natural que emergía cuando bajaban las aguas de los lagos de Xaltocan y Texcoco, es uno de los yacimientos de fósiles animales y humanos, que aún permanecen ocultos bajo tierra lejos de los agandalles de los mercenarios de restos prehispánicos y primitivos.

A muchos les recordó este accidente la canción infantil de los elefantes que se columpian en una resistente tela de araña, a mi me recordó las series de televisión de los años 1960 como Tarzán el Hombre Mono, a Daktari, Maya. O como sucedió en mayo del año 2000, cuando dos elefantes del Circo Hermanos Vázquez demostraron una vez más la debilidad de la economía mexicana (no por la actual crisis financiera, aquí la crisis nunca se acabará) por haber pasado invisiblemente por una aduana de Matamoros, en la frontera norte del país sin ser visto. Pasaron invisibles gracias al mayor mal de México, la corrupción.

Los ancestros directos de Indra, un proboscídeo, son el mastodonte y el mamut, que pertenecían a lo que conocemos como la mega fauna entre los que se contaban también el megaterio, el rinconterio, el oso primitivo, el caballo primitivo, el camelops, el bisonte primitivo, el tigre dientes de sable, el lobo, el glitodonte, el notroterio.

Toda esta mega fauna reinó esta región del continente americano entre los 40 mil a 10 mil años antes de nuestra era. En algunas partes del Estado de México se han encontrado restos fósiles de algunos de estos grandes animales.

Como el que sucedió en Ecatepec, en la primavera de 1995, cuando al excavar para construir una cisterna para una modesta casa en la calle Cedros, de la colonia Ejidos de San Cristóbal, los albañiles o familiares de esa vivienda se toparon a unos pocos metros bajo la superficie del suelo con unos grandes huesos. Afortunadamente estos vecinos no son depredadores arqueológicos, dieron parte al Ayuntamiento y este a su vez al Instituto de Nacional de Antropología e Historia (INAH) y a la Dirección de Salvamento Arqueológico, que rápido comenzaron el rescate arqueológico. Estos restos fueron trasladados al Centro Comunitario Ecatepec Casa de Morelos donde cualquiera puede verlos, si es que acaso les interesa un poco la antropología o conocer a los que fueron los habitantes de Ecatepec durante varios miles de años.

Este incidente nos sirve para desmentir la idea corriente de que existieron los cazadores de mamuts. Los primeros pobladores del continente americano, nuestros abuelos provenientes de Asia, eran cazadores-recolectores-pescadores y eran hombres pequeños cuya existencia no rebasaba más allá de los 30 años y por su tamaño no podían de ninguna manera enfrentarse con estas grandes bestias.

Por tanto, no existieron los cazadores de mamuts como nos hizo creer la televisión o el cine. “Durante el Cenolítico (14 000 a 7 000 aP), el hombre seguía alimentándose de la recolección de vegetales, pero la caza de grandes animales asumió una mayor importancia que en el horizonte anterior. Con las mejoras en la obtención de medios de subsistencia, la población se volvió más densa, hecho que se refleja en un número mayor de sitios arqueológicos conocidos para esta etapa. Para muchos investigadores, ésta ha sido la época de los “cazadores de mamuts”, aunque la caza de un animal de 8 a 10 toneladas seguramente era poco frecuente y ayudada por otros incidentes”, explica la antropóloga física Johanna Faulhaber.

Los cazadores de mamuts cazaban sólo animales medianos y chicos y eran más bien bandas de carroñeros, atacaba animales enfermos, ya viejos o que se habían empantanado.

“Pero ¿cómo se realizaba la cacería? Creemos que deben haber sido diversas técnicas: arrojar piedras o palos a las presas, el uso de trampas, el de dardos con o sin propulsor, el de arco y flecha (técnica ya bastante tardía), y el empantanamiento intencional, como fue el caso, al menos en la Cuenca de México, de los grandes probocídeos. Desde luego la captura no se redujo a los mamíferos, ya que las aves, los batracios y los reptiles también deben de haber sido suculentos manjares”, nos dice la arqueóloga Lorena Mirambell Silva.

Pero si alguien duda que existieron los cazadores de mamuts, veamos cuál era el alto precio que tenían que pagar: “Tal vez algunos valientes se atrevieron a cazar un mamut valiéndose de maniobras como la ideada por los pigmeos africanos, que desde los árboles se descuelgan en gran número sobre el lomo de un elefante y lo mata a lanzadas y mazazos, indiferentes al hecho de que por cada presa que obtienen un elevado número de pigmeos pierden la vida. O tal vez acosaban al gigantesco animal para hacerlo caer en un pantano donde quedaba inmóvil y podían matarlo impunemente. También es posible que lo hicieran caer a barrancos con el fondo erizado de estacas filosas en las cuales se ensartaba”, dice Armando Ayala Anguiano, en su Historia Esencial de México. La prehistoria y la Conquista.

Estas maniobras de cacería desmienten también la interrogante que se plantea Eduardo Galeano, que acabo de leer recientemente, sobre las creadores de las pinturas rupestres y se pregunta asombrado “¿Cómo pudieron ellos, esos brutos que a mano limpia peleaban contra las bestias, crear figuras tan llenas de gracia?”, no se vayan a ofender los admiradores de este célebre escritor latinoamericano por decir aquí que tiene una idea bastante romántica y errónea de los inexistentes cazadores de mamut.

Este desafortunado accidente dio pie para que las burocracias parasitarias sancionaran al dueño del circo e imponerle una cuantiosa multa y que entierre al proboscídeo en los terrenos del circo porque no hay ataúdes de ese tamaño. Esas burocracias parasitarias siempre quedan mal paradas cuando quieren arreglar lo que ya no tiene solución en la realidad distópica que vivimos, pero eso sí cobra cada quincena, tienen prestaciones sociales y una nula credibilidad ante la sociedad mexicana.

Y el choque de Indra con el autobús de pasajeros le costó la vida a ella y a Tomas López Durán, el chofer, de 47 años, que quizás esperó ser detenido por la policía de caminos, ser asaltado por alguna banda de desesperados ladrones pero nunca chocar inesperadamente con un elefante que circulaba en sentido contrario a su unidad 710. El travieso gato todavía ha de estar siendo mimado y durmiendo en algún sillón después de su trágica travesura. Por que sabemos que es bastante difícil, casi imposible, pastorear gatos. Y aprendimos otra forma de cazar mamuts.

El repentino descontrol conductual de Indra nos lo pueden explicar los etólogos, que son los científicos que estudian las costumbres de los animales tan sólo para entender al animal que está dejando de ser racional y social: el ser humano. Y al que la naturaleza con el actual cambio climático le está cobrando con muchas catástrofes recientes y las que vienen por descuidar a la Madre Tierra.

¡Los cazadores de mamuts nunca existieron!

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