El Operativo Peregrino Seguro implicó planeación, despliegue territorial y mando coordinado: 300 elementos, 80 unidades y cinco módulos de atención.
Más de 2
mil 500 atenciones médicas, calles iluminadas y presencia constante de fuerzas
municipales, estatales y federales.
Ecatepec, México. Hay cifras que se anuncian y hay cifras que pesan. El que más de dos millones de peregrinos cruzaran por Ecatepec el pasado 12 de diciembre rumbo a la Basilica de Guadalupe sin incidentes, no es
solo un dato para el boletín de prensa, es una prueba de capacidad
institucional, de coordinación real y de un mensaje político claro sobre cómo
se gobierna un territorio históricamente estigmatizado.
Durante décadas, Ecatepec fue narrado desde el
descontrol: inseguridad, caos vial, abandono del espacio público. Por eso, que millones
de personas caminaran de día y de noche por Vía Morelos con tranquilidad,
acompañadas por policías, paramédicos y personal de protección civil, no es
menor. Es un cambio de relato.
El Operativo Peregrino Seguro no fue
improvisación ni gesto simbólico. Implicó planeación, despliegue territorial y
mando coordinado: 300 elementos, 80 unidades, cinco módulos de atención, más de
2 mil 500 atenciones médicas, calles limpias e iluminadas y presencia constante
de fuerzas municipales, estatales y federales.
En política pública, eso se llama gobernanza
operativa: cuando el gobierno no reacciona después del problema, sino que se
anticipa.
El dato humano también importa. Dos menores
extraviados localizados y reintegrados con sus familias en minutos, sin pánico
ni desorden, muestran algo clave: el Estado estuvo presente en la calle, no
solo en el discurso.
Este tipo de operativos cumplen una doble
función. Primero, protegen la integridad de las personas. Segundo, reconstruyen
confianza ciudadana.
Que peregrinos provenientes de municipios y
estados vecinos hayan expresado sentirse seguros al cruzar Ecatepec —incluso de
madrugada— tiene un peso simbólico enorme en una zona donde la percepción de
inseguridad suele dominar la conversación pública.
La presidenta municipal Azucena Cisneros
apostó por algo que en política local suele olvidarse: que el orden también
comunica. Comunica capacidad, liderazgo y rumbo.
Hoy, Ecatepec no fue noticia por la tragedia,
sino por el saldo blanco. Y en un país donde los operativos masivos suelen
terminar en caos, eso no es normalidad: es gestión efectiva.
El reto, por supuesto, es sostener este
estándar. Que la seguridad, la coordinación y la presencia institucional no
sean excepción de fechas especiales, sino regla cotidiana.
Porque cuando el gobierno cuida el paso de
millones, también puede —y debe— cuidar la vida diaria de quienes aquí viven.
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