Recuerdan al cronista de la ciudad de México, Ángel de Campo, “Micrós”, en el centenario de su muerte



* Escribió en los principales periódicos

** Describió tipos populares, cambios tecnológicos, costumbres, modas, cometa

*** Le interesó los bajos fondos de la sociedad


Juan Pablo García Vallejo

Cultura, Diario de Ecatepec, Edomex. Abril 14 (INBA).- Ayer al mediodía, en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, los historiadores Vicente Quirarte y Miguel Ángel Castro rindieron un homenaje a Ángel de Campo, Micrós o Tic-tac, en el centenario de su muerte, que ocurrió en 1908, a los 40 años, víctima del tifo. Estaba invitado el periodista Carlos Monsiváis pero nunca llegó

Este merecido homenaje de reactualización del periodista se dio a inicios de febrero en la Casa Universitaria del Libro (CASUL); en marzo pasado en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y este mes se llevó a cabo en Bellas Artes.

“Ángel del Campo, Micrós (Ciudad de México, 1869 -1908) dedicó su vida a la escritura de cuentos que se publicaron en periódicos y revistas de su época; una especie de relatos vitales y crónicas en los que retrató al país que le tocó vivir. Su labor fue la reconstrucción de hechos, sucesos, figuras y retratos.”

Sobre este pionero de la crónica dice la maestra María del Carmen Ruiz: “pueden encontrarse la fidelidad fotográfica del realismo, el cuidadoso análisis naturalista y el subjetivismo dramático del romanticismo. Es que Micrós no podía guardar distancia entre él y sus obras, porque, más que hijas de su ingenio, eran hijas del corazón”.

Su ambiente familiar marcó por siempre su inclinación por los pobres, sin necesidad de ser perredista ni de pretender ser un fósil viviente de la trasnochada izquierda zombi y fundamentalista de estos días. Sus más de 400 crónicas publicadas en la columna semanal La semana Alegre han sido reeditadas por la UNAM.

Como cronista de los principales diarios en la época porfirista a Micrós “le interesaba el instante vivo, el instante que pasa”, afirma el doctor Vicente Quirarte. Era a la vez observador y el biógrafo unánime de la urbe, crónico de los grandes cambios y el estancamiento social del Porfiriato.

Puede decirse que Micrós fue un grafómano pues escribía de cualquier cosa: de la bicicleta, del clima, de los terremotos, del cometa, de la introducción de la luz, de la ciudad, de las vecindades, de la clase media, de las cantinas, las prostitutas.

Por su parte, Miguel Ángel Castro, destacó que las crónicas de Micrós siguen siendo costumbristas. Aunque esto es relativo porque la luz cambió la cultura nocturna, el higienismo porfirista fue para evitar enfermedades, o sea, son cambios de una sociedad moderna que está dejando el tradicionalismo costumbrista.

“Ángel del Campo pudo cursar sus primeros estudios gracias al apoyo de sus tíos maternos, ya que era huérfano de padre desde los cuatro años de edad. Muy joven se inclinó por la vocación literaria gracias a la influencia determinante de un profesor que lo guió durante su paso por la Escuela Nacional Preparatoria: Ignacio Manuel Altamirano.

“Para completar sus ingresos siguió los consejos de Altamirano y comenzó a dar clases en la Escuela Nacional Preparatoria y a colaborar en El partido Liberal, la Revista de México y El Nacional. En 1890 Micrós publicó parte de su trabajo en el volumen Ocios y apuntes y para 1892 era ya el director de México. Revista de Sociedad, Arte y Letras. Más tarde colaboró en La Revista Azul y en 1894 apareció una compilación de sus trabajos publicados en revistas bajo el título Cosas vistas.

Ángel de Campo murió a los 40 años de edad, por lo que su obra editada es pequeña: tres libros que contienen alrededor de setenta cuentos, todos inscritos en la corriente estética de la literatura realista mexicana del Siglo XIX (escenarios, temas y personajes mexicanos; retratos minuciosos y exactos de las costumbres, el habla y las atmósferas de la realidad nacional), unida a un propósito didáctico y moralizante. Con el paso del tiempo, la obra de Micrós se ha convertido en un auténtico documento histórico de la cotidianidad del Porfiriato. Con un estilo brillante y detallado ofrece datos suficientes para reconstruir distintos aspectos de la vida en el siglo XIX: en sus cuentos dedica tiempo a describir desde los platillos favoritos de las damas hasta los juegos más populares de los niños.”

Un vivo interés mostró el público asistente al Palacio de Bellas Artes por el trabajo periodístico de Ángel de Campo y aguantó la disculpa de la ausencia de Monsiváis, que más que un problema de salud quizás es que tenía que acompañar a fuerzas al Pejeman en el mitin del Zócalo en su cruzada por adueñarse PEMEX, en fin, sabemos que él siempre llega tarde pero esta vez ni llegó.

Lee uno de sus cuentos

Más sobre la vida y obra de este periodista finisecular, adicto a los bajos fondos de la ciudad de México.

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