Su leyenda comenzó después de su muerte
“Es tan grande que esta por descubrirse”: Agustín Sánchez
¡La Calavera de la Catrina es una naca!
Juan Pablo García Vallejo
Agenda Culltural, Ciudad de México, Mayo 23.- En vida todos lo llamaban Don Lupe. La muerte lo atacó en medio de la pobreza, el alcoholismo, el olvido social y profesional en su vivienda en el barrio de Tepito, y fue el inicio de su otra vida, la mítica, donde le llaman Posada. Pero al cabo de unos cuantos años, luego de su muerte, algunas decisiones dogmáticas y excesivas idealizaciones hechas por artistas que le precedieron hizo que se construyera de la vida y obra de José Guadalupe Posada Aguilar una historia ejemplar, casi de santos como los del panteón cívico mexicano del siglo XIX y XX.
Sabemos que los reconocimientos por la trayectoria artística, talento o contribución a la cultura nacional de México se tienen que hacer en vida, tanto por el Estado mexicano o alguno de sus agenciamientos culturales institucionales, así como de las universidades públicas y privadas. Pero muchas veces tal reconocimiento nunca llega porque las políticas culturales responden más a intereses coyunturales-electorales-ideológicos que a los propios intereses de la cultura. (En la gráfica José Guadalupe Posada)
Fue en el Centro de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plásticas (CENIDIAP), su lugar de trabajo, donde el historiador Agustín Sánchez González presentó ante sus colegas investigadores de artes plásticas, historia y literatura su más reciente investigación: sobre Posada, publicada por la Editorial mr, del Grupo Planeta.
La investigación es resultado de un proceso muy largo de la reflexión de que Posada es un artista en blanco y negro. Además que toda la información que se ve en los buscadores de internet como Google o Yahoo, dice exactamente lo mismo o están llenas de sobre simplificaciones y superficialidades.
De la figura de Posada y su trabajo se crea un mito a partir de que el pintor Diego Rivera dice esto, esto y lo de allá es mexicano cuando habla con Sergei Eisenstein para hacer su película ¡Viva México! y lo demás nada vale.
Y con esto se reduce el trabajo de Posada a la creación de calavera. Después Leopoldo Méndez hace un grabado donde pone a Posada junto a los hermanos Flores Magón en una escena de represión porfirista contra el pueblo, para dar una idea de que estaba vinculado al movimiento revolucionario. Crece el mito Posada y las Calaveras, Posada en la cárcel, Posada-revolucionario, explica el investigador Sánchez González.
Ya antes había escrito un obra titulada Posada multimedia, pero al paso del tiempo se dio cuenta que había muchas lagunas y errores. Ahora en Posada (2008), que es una historia literaria más que una biografía, él afirma que en Posada hay muchas cosas desconocidas, como su muerte terrible por alcoholismo en el abandono total en Tepito, la historia de su hijo Juan Sabino Posada Vela que murió a los 17 años víctima del tifo, enfermedad de los piojos, el 22 de enero de 1900. (En la gráfica Posada y su hijo)
“Ni Filomeno Mata, ni Ángel del Campo, ni Manuel Gutiérrez Nájera, ni Amado Nervo, ni ningún otro cronista advierte la presencia de Posada”.dice en la introducción de la obra. Y son artistas plásticos quienes lo resucitan para reconocerlo cuando en vida ni siquiera lo conocieron antes de su muerte el 20 de enero de 1913.
Con este libro el historiador quiere dar a conocer el contexto social de la vida de Don Lupe, de cómo fue un precursor del Puente Guadalupe-Reyes porque agarraba la borrachera frecuentemente, según Anita Bremen. Es una nueva lectura. Una nueva aproximación a Posada porque no nada da más es calaveras de muertos, Posada no es solo lo producido en el taller de la Familia Venegas Arroyo donde trabajó.
Recuerda que Don Lupe trabajó con Don Irineo Paz, Abuelo del premio Nobel, y con su tío Arturo Paz, quien tenía algunos periódicos como El Padre Cobos, El Almanaque del Padre Cobos, La Patria Ilustrada y La Época Ilustrada. Pero además Don Lupe trabaja en 20 partes más, publica en 40 periódicos.
“Es muy poco de lo que se conoce del Posada caricaturista. Pero hay mucho material en los periódicos El Popular, El Chisme, o hace portadas de libros como la de Historia del Niño Mexicano de Heriberto Frías que se edita en Barcelona. Pero su trabajo es muy desordenado. Y queda la idea de un Posada por descubrirse, se le puede seguir rascando y siempre reconocer que es tan inmenso, tan genial”, dice el autor de Posada.
“Posada nunca se la creyó de ser un artista genial, continúa, muchos de sus escasos ingresos se le iba en el trago y en la mota; esto no tiene nada de extraordinario. Y puede que sus figuras fantásticas sean producto de estos hábitos, además de que es un precursor del cubismo, del Surrealismo.”
Pero para entender más a Posada se necesita saber más de su biografía personal antes de su llegada a la Ciudad de México como un artista maduro. En su infancia en Aguascalientes vive cerca de un panteón, vio la muerte por una epidemia de cólera, el salto y quema del mercado el Parían por un grupo de salteadores; siempre ve mucha muerte. Y al ver todas estas cosas, se puede pensar que la calavera no es tan prehispánica como se dice, sino que es más medieval, cercana a la danza macabra.
En el libro se trata a Posada de forma más literaria porque la historia es cada vez más literatura, opina el catedrático. Todos lo llamaban y conocían como Don Lupe. Posada se hace mito después de su muerte.
El monero El Fisgón, dice desde hace unos años que Posada no era revolucionario sino que era porfirista. Pero como dice Edmundo O’Gorman: “a los muertos no se les juzga, se les comprende”.
Y es Jean Charlot quien descubre la obra de Posada muchos años después de su muerte. “Durante cuarenta y dos años, José Guadalupe Posada Aguilar estuvo en la palestra. Participó como grabador, caricaturista, ilustrados en decenas de publicaciones y libros, imprimió miles de grabados, trabajó en por lo menos tres estados de la República Mexicana, y sin embargo, nadie dijo nada de él o de su obra”.
Y solo hay dos notas periodísticas que hablan de su trabajo, una en el periódico La Juventud Literaria, escrita por Arturo Paz, quien dice que es un gran artista. Y la segunda en Revista de Revistas, de 1914, donde Nicolas Rangel señala que el gran grabador Posada trabajaba en el taller de la familia Venegas Arroyo.
En esos años, es el pintor Diego Rivera que determina que es o no es mexicano y dice que La Calavera de la Catrina es lo máximo de Posada. Es una de las figuras que nos identifican en el mundo. Es una calavera garbancera, una sirvienta que come garbanzos como sus patrones españoles, quiere parecer lo que no es, es una naca, dice en tono humorístico Sánchez González.
Y concluye su presentación en el CENIDIAP señalando que “hay mucho material por descubrir de este artista más allá de la mitificación del arte de la Revolución mexicana. Hay Posada para rato, para seguirle y manejar una nueva historia de uno de los genios de México.”
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1 comentario:
Muy bien la nota pero quita por favor la foto dle tipo que pusiste que no es POsada, el hombre con os brazos cruzados, ni tampoco la calavera zapatista es de Zapata. Le harás un favor a Posada si empezamos as corregir los errores que se repiten continuamente.
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